Hace unos diez días que he vuelto a Ribes, y hace una semana que le alquilo una habitación a S.T. Hoy es domingo y dedico el día a mí. Quiero estar centrado, solo, tranquilo, haciéndome y ordenando mi nuevo espacio y trabajando en mí y en lo mío.
Me entran ganas ganas de fumarme un porro y después me entran ganas de hacerme una paja. Decido empezar por lo segundo. No tengo nada para fumar, tan sólo un par de ramas con hojas secas de marihuana que ha dejado T.V. colgadas de una cuerda en la terraza.
Justo en el momento que me estoy corriendo, oigo un ruidito y veo aparecer por el pasillo a Coco, una de las gatas que hay en casa, con una bolsa en la boca. La deja en el suelo y se pone a jugar con ella. Contemplo la bolsa con curiosidad mientras voy saliendo de la turbación del orgasmo y me llevo una grata sorpresa al descubrir que en la bolsa hay todo un kit del fumador: un grinder con restos de maría, filtros de cartón, mecheros. Papel no hay, pero yo tengo unos pocos entre las páginas del libro que me estoy leyendo: D’où venez vous? de Philippe Lecrerc, un viajero en bicicleta de ya 65 años.