Es de noche. Hay luz provieniente de algún foco que crea un ambiente crepuscular. El ambiente está cargado de electricidad, como en los minutos anteriores a una tormenta. Varios halcones se encuentran en el tejado de mi casa, desafiando a la noche, con la mirada fija en el horizonte. Tienen una actitud noble, elegante y transmiten fuerza, potencia, seguridad. No lo veo pero tengo la sensación de que estuvieran atados con una cuerda de la pata lo que les hace no poder emprender el vuelo.
Estoy dentro de mi casa, con mi hermano. Él me muestra una tira de cómic. Una hoja de papel grande, tipo A3, llena de dibujos a lápiz de temática gay, con textos, Algo muy chulo y creativo con lo que enseguida me identifico – en la realidad, son el tipo de dibujos que yo hago. Estoy feliz de que mi hermano, que en el sueño aparece muy jóven, guapo y saludable, se muestre tan abierto a lo gay y a la creación. Siento una gran felicidad y un gran amor por mi hermano.
Ahora estoy a pie de calle. Aparece una serpiente. ¡Precaución! ¡Es un animal peligroso! Le doy un pollo congelado, como los que venden en Mercadona. Mi intención es alimentarla, que esté tranquila pero también experimentar con ella, quiero ver cómo es una serpiente cuando se traga un animal más grande que ella. La serpiente abre su boca hasta el infinito y se traga al pollo con suma facilidad. Ahora la serpiente parece un sombrero (como en El Principito cuando la serpiente se traga un elefante). Pero, la serpiente al comerse el pollo congelado se congela también y se queda enroscada. Esto no me lo esperaba…